jueves, 4 de febrero de 2010

Y HERENCIA SE RINDIÓ A TUS PLANTAS, SEÑORA Y MADRE, Y PIDIÓ TU MANTO PARA LA PROTECCIÓN DE SUS HIJOS

Como ya anunciábamos, 31 niños y niñas nacidos en este último año fueron presentados ante la Santísima Virgen de las Mercedes el pasado día de la Candelaria. La fe y la devoción rozaron cotas de altísimo corazón y el Convento, la Comunidad de Padres y la Orden Tercera y Hermandad de la Santísima Virgen de las Mercedes se entregaron por completo en una celebración llena de vida. Los pequeños y pequeñas fueron presentados, ante ellos brilló la luz de la esperanza y en su pecho se impuso el Santo Escapulario de la Merced. Se ofrecieron palomas, se prepararon canastillas, ardieron llamas y nacieron flores, todo ante SU mirada y ante nuestros corazones. Finalmente, la Reina y Patrona acogió en su camarín los besos de estos niños que no era la primera vez que la visitaban, por supuesto, pero que en el singular acto simbólico de su presentación, se han hecho verdaderamente herencianos en el bautizo de la tradición de ser presentados ante la divina protectora de nuestro pueblo. No cabe más que decir, que ¡Viva la Virgen de las Mercedes! y ¡Vivan sus hijos de Herencia!
A continuación ofrecemos una reflexión del Padre Luis Miguel, comendador del Convento, y los videos del acto.



"Alegría, emoción, expectación, FE,… fueron los ingredientes básicos con los que elaboramos un “rico guiso” al estilo tradicional, introduciendo algunos sabores de vanguardia propios del siglo XXI, para ofrecérselo, con nuestro traje de gala, y honrar, una vez más, y con todo nuestro corazón, a la Madre, a la Virgen…, a María de la Merced.

Con una iglesia conventual llena de inocencia, celebramos la fiesta de la Presentación del Señor en el Templo de…la Merced, en la que quisimos “jugar” con el simbolismo: las velas encendidas, con un mensaje: “Que la luz de Dios siempre ilumine tu vida”; una imagen del niño Jesús, protagonista de la fiesta; unas flores repletas de vida y de hermosura, como la que tenían todos los niños; una tela dorada, como el oro que los padres tenían entre sus brazos; una canastilla con el ajuar de los bebés, vestimenta humana deseosa de trocarse en divina por la bendición de la Madre; unas palomas blancas, como las de José y María, depositarias de la pobreza de unos padres que quieren la mayor riqueza para sus hijos: la bendición de Dios y el amparo de María, recogido en el escapulario que se les impuso como escudo para defenderse de los peligros de la vida.

Ha sido una tarde de fiesta, de júbilo, pero sobre todo de FE. Todos estos niños han sido presentados por sus padres; seguramente que para la mayoría ha sido la primera vez que se han encontrado, frente a frente, con la “Hermosona”, debido a su prematura edad, pero, sin duda alguna, será el comienzo de una tradición que cuidarán y guardarán, como el mejor de los tesoros, durante toda su vida. Hoy han conocido a María de la mano de sus padres; mañana vendrán solos porque ya saben los pasos, porque quieren estar con la Madre… y los veremos con devoción, un mayo tras otro, un año tras otro, venir todas las noches para ver a la Madre, para estar con la Madre, para pedirle a la Madre, para agradecer a la Madre… para besar a la Madre; a su Madre del alma, a su Madre del cielo, a su Madre de las Mercedes, libres, obedeciendo al dictado de su corazón, dando crédito a una tradición centenaria que ha marcado, “casi sacramentalmente” (permítaseme la expresión), la historia mariana de este pueblo.

Vosotros, niños y padres, os llevasteis un diploma como recuerdo de esta celebración; nosotros, todos los que os acompañamos, también recibimos nuestro premio y nuestro recuerdo: otro diploma, pero no escrito en un papel, sino grabado a fuego, con esas letras que no se borran, en el fondo de nuestro corazón. En él se lee:

“Herencia te quiere, Madre; tu ternura nos envuelve, María; tu mirada nos sobrecoge; Mercedes; tu silencio nos congrega, …”.


P. Luis Miguel Marchante Úbeda














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