martes, 12 de mayo de 2009

EL TOCADO DE LA SOLEDAD DE SAN BARTOLOMÉ



Siguiendo con los tocados, hablemos ahora de la Soledad. El cambio de vestidor ha supuesto un cambio sustancial en la manera de concebir el vestido de la dolorosa para el trono. Una de las novedades es que este año se ha prescindido de la tradicional mantilla con la que desde hace algunos años se venía enmarcando el rostro de la Virgen.



La hechura de la Virgen de la Soledad requiere un estudio profundo de las líneas que se han de seguir a la hora de vestirla, porque dependiendo del tocado que se utilice se puede dulcificar la dureza del gesto o, por el contrario, perder toda la expresividad de la imagen.

Para este año se ha elegido enmarcar el rostro por rostrillo, frente (con pellizco) y cuello con tablas de crepé de seda blanco para resaltar el gesto de la Virgen y destacar su expresividad evitando el contacto directo con la siguiente prenda, de un color crudo bastante pronunciado.

Sobre el crepé, con tela de encaje de novia color crudo, bordada en hilo del mismo color y estampada de flores bordadas con cinta de tul sobre la tela, se elaboró el resto del rostrillo a base de tablas rígidas y el pecherín con espiga en el centro. El tocado se remataba con una vuelta de la blonda de la misma tela de encaje.

Sobre el pecho, el corazón traspasado y al centro el escudo mercedario en fraternal recuerdo a la imagen del Cristo del Consuelo y a la Orden Tercera de la Merced, hermanada con la hermadad del Santísimo Cristo de la Columna, Señor de los Afligidos, y Virgen de la Soledad. De las manos pendía rosario negro y pañuelo de ganchillo blanco junto a la corona de espino trenzado.

Soledad, guapa, guapa y guapa.






2 comentarios:

Yolanda Corrales dijo...

La verdad es que necesitaba un cambio, la lastima es que esta semana santa no se ha podido lucir todos los días.
Antonio has hecho un buen trabajo como vestidor.
Viva la Soledad!!!!

Antonio dijo...

Gracias, Yoli, pero menudo mérito, con una Virgen tan guapísima... La verdad que ha sido un honor inmenso, después de ser su vestidor de camarín, haberla empezado a vestir de Reina para el trono, con muchos miedos, pero con mucha ilusión también. Bueno, qué te voy a contar a tí, verdad? Estaba guapísima, como una verdadera Reina.

También hay que ser agradecidos y comprender que el poder vestirla es un regalo que nos hace la Virgen, a mi como vestidor y por supuesto a vosotras dos, a ti y a Ana, que estuvísteis ahí conmigo como las mejores camareras hasta que se colocó el último alfiler (y llevaba unos cuantos...)

Gracias.