martes, 26 de agosto de 2008

POEMA: LAS MANOS DE LA PIEDAD, DE FLORENCIO QUINTERO

Pero qué cosa más bonita el poema dedicado por el gran Florencio Quintero a la Virgen de la Piedad del Baratillo, de Sevilla, aquí os lo dejo y que cada uno saque sus propias conclusiones. ¡Bellísimo!


A mi Piedad en la tarde!
Cómo la piropeaban
los que miraban la pena
de su carita aniñada!


Cuando a Piedad hay que verla;
a Piedad no hay que mirarla.


Podrán mirarla a los ojos,
y podrán mirar su cara.
Podrán mirar sus mejillas,
y podrán mirar sus lágrimas.
Podrán mirarle los labios;
podrán mirar sus pestañas;
podrán mirarle su pelo;
podrán mirar su garganta
y podrán mirar su frente
que es más bonita que el alba.

A mi Piedad en la tarde,
cómo la piropeaban,
los que miraban su rostro,
los que sus manos miraban
y a la Piedad hay que verla
con los ojitos del alma.

Y decían que sus manos
eran luz de nieve clara;
que eran blancas azucenas;
que eran puras rosas blancas;
que eran flores de azahar;
jacintos de la mañana;
que eran gotas de rocío...
de transparentes y castas,
limpias como el mediodía
y cristalinas fontanas...
Cuando sus dos manos son
dos rosas ensangrentadas.

Si no, no fuera Piedad,
y no fuera flor amarga.
La sangre de Cristo está
en sus manos congelada.
Son dos palomas heridas;
son violetas desmayadas;
y serán dos azucenas...
pero azucenas truncadas;
son dos florens de jacinto,
de tan doloridas, pálidas;
son dos flores con color
de una corona espinada,
y con un dolor de hierro
de Santas manos clavadas.

!A mi Piedad en la tarde,
cómo la piropeaban...!
Siendo mi Piedad quejido
profundo de madrugada.
Morena del Baratillo;
Morena de albero y agua;
Morena, niña Morena,
Morena de la Maestranza;
Bonita del Arenal,
granito de sal y gracia....
¿ Cómo miraban tus ojos,
cómo miraban tu cara,
y no te veían las manos
en sangre y llanto empapadas?

Y quien tus manos no vea...
de Piedad no sabe nada,
porque tus dos manos tienen
quejidos de madrugada.

Florencio Quintero


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